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POSTED 22 de noviembre de 2020
LA OBESIDAD, UN “CALDO DE CULTIVO” PARA EL COVID-19
Antes de que el virus del Covid-19 se instalase, ya se había confirmado que la Obesidad era la gran pandemia de nuestro siglo. Ahora conviven y se comportan como íntimos aliados.
LA OBESIDAD, UN “CALDO DE CULTIVO” PARA EL COVID-19
Prof Dr. Miguel-A. Carbajo Caballero
Director del Centro de Excelencia para el Estudio y Tratamiento de la Obesidad y la Diabetes. Valladolid. www.doctorcarbajo.com
Antes de que el virus del Covid-19 se instalara de forma brutal en nuestro mundo y provocase la terrible crisis sanitaria mundial que estamos padeciendo, ya se había confirmado que la Obesidad era la gran pandemia de nuestro siglo. Por tanto, estamos inmersos en dos gravísimas pandemias que se estrechan las manos entre sí y se comportan como íntimos aliados.
La Obesidad es una enfermedad inflamatoria crónica que se caracteriza por el acúmulo excesivo de grasa corporal, siendo progresiva e incontrolable por la mente humana. El desarrollo de la misma provoca la aparición de otras múltiples enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la dislipidemia, el hígado graso, la apnea del sueño y muchas más que incrementan el riesgo cardio-vascular y conducen a un fallecimiento prematuro.
Pero uno de los más graves problemas originados por la Obesidad es el déficit en el estatus inmunitario generado por hormonas inflamatorias en el tejido adiposo enfermo, lo que hace a las personas portadoras de obesidad mucho más sensibles frente a todo tipo de infecciones y también a múltiples variedades de cáncer.
La rápida expansión del virus del Covid por todo el planeta ha encontrado en los miles de millones de personas que padecen cualquier tipo de obesidad su aliado perfecto para continuar su actividad devastadora y provocar un porcentaje de mortalidad asociada de más de 88% en la población menor de 60 años con problemas de obesidad o sobrepeso.
El virus del Covid actúa de múltiples formas en relación con la población que padece obesidad. Presenta una gran afinidad por una enzima convertidora de la angiotensina 2, denominada ECA2, y que se expande por el tejido pulmonar y el exceso de tejido adiposo, incrementando en extremo las posibilidades de expandir la infección.
Por otra parte, son conocidos los múltiples problemas que presenta la población obesa y que todos ellos agravan cualquier posible contacto con el virus. Entre ellos la insuficiencia respiratoria crónica restrictiva asociada a la obesidad y el llamado “síndrome de hipoventilación”, agravando la rápida penetración y multiplicación del virus a través del alvéolo pulmonar, desarrollando neumonías y distres respiratorio que obliga a la intubación y rápido ingreso en las UCI. A esto hay que añadir el que más del 70% de los pacientes obesos padecen reflujo con alto riesgo de neumonitis por broncoaspiración nocturna, lo que ensombrece aún más el pronóstico.
Otro de los mecanismos más importantes es el incremento de la hipercoagulabilidad entre los pacientes portadores de obesidad, lo que les hace más sensibles a desarrollar cualquier tipo de proceso tromboembólico y a favorecer por tanto la acción de respuesta cardio-vascular grave desarrollada por el mecanismo inflamatorio provocado por el virus.
Sin embargo, el problema más grave es el desencadenado por la alteración de la respuesta inmunitaria asociada a la obesidad. El estatus inmunitario o defensivo de las personas obesas, sobre todo las portadoras de obesidad grado II y III (mórbida) y en mayor medida en los super-obesos, se encuentra severamente dañado, por lo que cualquier tipo de virus o bacterias patógenas encontrará en este sector de la población el “caldo de cultivo” ideal para su mortal desarrollo. Si a esto le añadimos la escasa o nula eficacia de las drogas actuales frente a este nuevo tipo de virus y la respuesta inmune es muy deficitaria o nula, el Covid terminará en poco tiempo con la vida de una gran parte de estos pacientes a pesar del enorme esfuerzo que puedan desarrollar las Unidades de Cuidados Intensivos.
En este sentido algunos estudios realizados en los últimos meses indican que la Obesidad y el Covid-19 son dos inseparables “compañeros de viaje” que provocan el que el índice de desarrollar complicaciones graves o mortales se incrementa en más de 14 veces en los pacientes portadores de obesidad de edad inferior a los 50 años (Ciber de Epidemiología y Salud Pública) y consecuentemente los pacientes obesos de menos de 50 años tienen muchas más posibilidades de ingreso en UCI y un riesgo similar a los que tienen más de 65 años.
Otros estudios han demostrado que la población obesa presenta un 113% más de posibilidades de precisar hospitalización si son afectados por el virus. Un 74% más de precisar una UCI para su control respiratorio y de posible fallo multiorgánico y un 48% más de posibilidades de fallecer en función de lo efectos provocados por el virus en el debilitado sistema inmunológico de los pacientes afectados por la Obesidad.
De esta forma se produce una superposición en todo tipo de alteraciones inmunológicas entre el Covid y la Obesidad, que pueden conducir en los pacientes jóvenes y de menos de 60 años a toda una serie de fenómenos patológicos en cascada que comienzan en la insuficiencia respiratoria aguda y muy rápidamente conducen al shock séptico y al fallo multiorgánico, originando el muy probable fallecimiento del paciente. Estos hechos han sido consensuados recientemente con las Sociedades Internacionales de Cirugía de la Obesidad, en las que existe evidencia suficiente como para demostrar la alta incidencia de pacientes obesos fallecidos que se encontraban en las listas de espera quirúrgica durante la primera ola de la pandemia.
Como conclusión final aconsejar a todos aquellos pacientes jóvenes portadores de obesidad severa o mórbida, la necesidad de vacunarse contra la gripe, intentar reducir al menos un 10% de su exceso de peso, realizar ejercicio físico al menos una hora diaria, tomar escrupulosamente las medidas anti-Covid de prevención de riesgo de contagio, y acudir a su especialista para poder someterse a una Cirugía Bariátrica en el momento más rápido que sea posible. Las esperadas vacunas ayudarán en gran medida, pero solo la cirugía puede controlar la Obesidad Mórbida.
Prof Dr. Miguel-A. Carbajo Caballero
Director del Centro de Excelencia para el Estudio y Tratamiento de la Obesidad y la Diabetes. Valladolid. www.doctorcarbajo.com
Antes de que el virus del Covid-19 se instalara de forma brutal en nuestro mundo y provocase la terrible crisis sanitaria mundial que estamos padeciendo, ya se había confirmado que la Obesidad era la gran pandemia de nuestro siglo. Por tanto, estamos inmersos en dos gravísimas pandemias que se estrechan las manos entre sí y se comportan como íntimos aliados.
La Obesidad es una enfermedad inflamatoria crónica que se caracteriza por el acúmulo excesivo de grasa corporal, siendo progresiva e incontrolable por la mente humana. El desarrollo de la misma provoca la aparición de otras múltiples enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la dislipidemia, el hígado graso, la apnea del sueño y muchas más que incrementan el riesgo cardio-vascular y conducen a un fallecimiento prematuro.
Pero uno de los más graves problemas originados por la Obesidad es el déficit en el estatus inmunitario generado por hormonas inflamatorias en el tejido adiposo enfermo, lo que hace a las personas portadoras de obesidad mucho más sensibles frente a todo tipo de infecciones y también a múltiples variedades de cáncer.
La rápida expansión del virus del Covid por todo el planeta ha encontrado en los miles de millones de personas que padecen cualquier tipo de obesidad su aliado perfecto para continuar su actividad devastadora y provocar un porcentaje de mortalidad asociada de más de 88% en la población menor de 60 años con problemas de obesidad o sobrepeso.
El virus del Covid actúa de múltiples formas en relación con la población que padece obesidad. Presenta una gran afinidad por una enzima convertidora de la angiotensina 2, denominada ECA2, y que se expande por el tejido pulmonar y el exceso de tejido adiposo, incrementando en extremo las posibilidades de expandir la infección.
Por otra parte, son conocidos los múltiples problemas que presenta la población obesa y que todos ellos agravan cualquier posible contacto con el virus. Entre ellos la insuficiencia respiratoria crónica restrictiva asociada a la obesidad y el llamado “síndrome de hipoventilación”, agravando la rápida penetración y multiplicación del virus a través del alvéolo pulmonar, desarrollando neumonías y distres respiratorio que obliga a la intubación y rápido ingreso en las UCI. A esto hay que añadir el que más del 70% de los pacientes obesos padecen reflujo con alto riesgo de neumonitis por broncoaspiración nocturna, lo que ensombrece aún más el pronóstico.
Otro de los mecanismos más importantes es el incremento de la hipercoagulabilidad entre los pacientes portadores de obesidad, lo que les hace más sensibles a desarrollar cualquier tipo de proceso tromboembólico y a favorecer por tanto la acción de respuesta cardio-vascular grave desarrollada por el mecanismo inflamatorio provocado por el virus.
Sin embargo, el problema más grave es el desencadenado por la alteración de la respuesta inmunitaria asociada a la obesidad. El estatus inmunitario o defensivo de las personas obesas, sobre todo las portadoras de obesidad grado II y III (mórbida) y en mayor medida en los super-obesos, se encuentra severamente dañado, por lo que cualquier tipo de virus o bacterias patógenas encontrará en este sector de la población el “caldo de cultivo” ideal para su mortal desarrollo. Si a esto le añadimos la escasa o nula eficacia de las drogas actuales frente a este nuevo tipo de virus y la respuesta inmune es muy deficitaria o nula, el Covid terminará en poco tiempo con la vida de una gran parte de estos pacientes a pesar del enorme esfuerzo que puedan desarrollar las Unidades de Cuidados Intensivos.
En este sentido algunos estudios realizados en los últimos meses indican que la Obesidad y el Covid-19 son dos inseparables “compañeros de viaje” que provocan el que el índice de desarrollar complicaciones graves o mortales se incrementa en más de 14 veces en los pacientes portadores de obesidad de edad inferior a los 50 años (Ciber de Epidemiología y Salud Pública) y consecuentemente los pacientes obesos de menos de 50 años tienen muchas más posibilidades de ingreso en UCI y un riesgo similar a los que tienen más de 65 años.
Otros estudios han demostrado que la población obesa presenta un 113% más de posibilidades de precisar hospitalización si son afectados por el virus. Un 74% más de precisar una UCI para su control respiratorio y de posible fallo multiorgánico y un 48% más de posibilidades de fallecer en función de lo efectos provocados por el virus en el debilitado sistema inmunológico de los pacientes afectados por la Obesidad.
De esta forma se produce una superposición en todo tipo de alteraciones inmunológicas entre el Covid y la Obesidad, que pueden conducir en los pacientes jóvenes y de menos de 60 años a toda una serie de fenómenos patológicos en cascada que comienzan en la insuficiencia respiratoria aguda y muy rápidamente conducen al shock séptico y al fallo multiorgánico, originando el muy probable fallecimiento del paciente. Estos hechos han sido consensuados recientemente con las Sociedades Internacionales de Cirugía de la Obesidad, en las que existe evidencia suficiente como para demostrar la alta incidencia de pacientes obesos fallecidos que se encontraban en las listas de espera quirúrgica durante la primera ola de la pandemia.
Como conclusión final aconsejar a todos aquellos pacientes jóvenes portadores de obesidad severa o mórbida, la necesidad de vacunarse contra la gripe, intentar reducir al menos un 10% de su exceso de peso, realizar ejercicio físico al menos una hora diaria, tomar escrupulosamente las medidas anti-Covid de prevención de riesgo de contagio, y acudir a su especialista para poder someterse a una Cirugía Bariátrica en el momento más rápido que sea posible. Las esperadas vacunas ayudarán en gran medida, pero solo la cirugía puede controlar la Obesidad Mórbida.